Es una flor de un rojo fuerte, oscuro, con pétalos de terciopelo y un poco envejecida. Tiene este encanto de las cosas de otros tiempos que aún se intentan mantener. Con su olor a moho, con sus telarañas, con sus arrugas, con los colores quemados del sol y un polvo de decadencia que lo cubre todo. Y que la vuelve mágica y única.
Y todos aquellos objectos antíguos en tonos de marrón y gris (serán estos los colores del paso del tiempo?) en el mercado de San Telmo (y la diva olvidada, allí estaba de nuevo, joven, con un vestido rosa pureza, enmarcada por un recuadro dorado que no perdonaba la vejez del ahora). Las farolas colgando de finos cables por encima de las calles. Los libros con olor a papel vivido, amarillento; tan presentes en todos lados.
fotos de meiomaio |
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Y el tango. Allí lo vi por primera vez. No lo busqué, vino hasta mi. En aquella plaza, de repente la musica empezó a sonar.
Y me quedé. Toda una tarde. Toda una noche. Y cada vez que la música volvia todo se llenaba de un aura de poesía, amor, drama, fuerza. Y era imposible no enamorarse.
Era la mezcla perfecta entre el placer del enamoramiento, del deseo y el placer del dolor. Y eso es la pasión, en toda su potencia. Es esa mezcla que arrebata en el fondo del pecho y remueve todo lo sentimental que tenemos.
Y así me quedé. Mirándolos. Y sintiendo la pasión en todo mi cuerpo. Y el corazón caliente. En una noche de verano en el centro de Buenos Aires.
San Telmo, Buenos Aires, Argentina
Apaixonante! Adorei também todos aqueles tesouros no mercado. Boa semana, Ana. Beijinho
ResponderEliminarObrigada querida Joana! (sim, aquele mercado era uma perdição) :)
EliminarUma boa semana também para ti e um beijinho destes lados *